Centrándonos en esta gráfica, la zona central representa el rango de máxima optimización para el desarrollo del cultivo. En este rango es donde se debe establecer la estrategia de manejo de riego. Con ello, se obtendrán los diferentes niveles de humedad del sustrato y conductividad para direccionar el cultivo hacia la fase vegetativa o generativa según se desee. Aquí entra en juego la gran importancia de establecer diariamente el inicio y final del riego, dotación volumétrica y el intervalo entre riegos (frecuencia).
El inicio y final del riego dependerán del inicio y final de actividad de la planta marcada por factores ambientales como la temperatura, humedad y radiación. La dotación de riego dependerá de las características físicas y volumen del sustrato, además de la geometría del contenedor. También se tendrá en cuenta los componentes de la instalación de riego como el caudal y número de goteros por contenedor, así como los parámetros de manejo predeterminados como el porcentaje de drenaje y el porcentaje de agotamiento de la reserva de agua del contenedor para iniciar un nuevo riego.
El ritmo del consumo de agua de un cultivo de tomate depende de los parámetros climáticos que lo rodean (ETo) y del coeficiente de cultivo (Kc). Puesto que estos valores son variables, la frecuencia de riego también debe ser variable en el tiempo. La zona de color azul oscuro de la figura 1, representa el crecimiento vegetativo del cultivo y la zona de color rojo el crecimiento generativo.
Lo anterior se demuestra en la figura 2:
Figura 2. Estrategia de riego en un cultivo de tomate en el sur de España. Sustrato de fibra de coco de PROJAR.