
28 May Manejar el riego, vital para el cultivo hidropónico del tomate
Realizar un manejo adecuado de la zona radicular en un cultivo hidropónico de tomate, obliga a los productores a entender cuáles son las características principales de un sustrato y el potencial que pueden ofrecer en la práctica real. Esto permitirá establecer mediante equipos avanzados de fertirriego o mediante la propia experiencia adquirida, estrategias de riego especificas para controlar y establecer el contenido volumétrico (Hs) y conductividad eléctrica (EC) del contenedor, en función de los requerimientos particulares del cultivo.

Es muy importante conocer los niveles máximos y mínimos de operatividad de los diferentes tipos de sustratos para decidir cuál es el que más se aproxima a las necesidades propias de cada productor. Conociendo el intervalo óptimo de humedad del sustrato, el productor será capaz de reconducir el cultivo de tomate hacia una dirección vegetativa o generativa sin causar alteraciones irreversibles en su funcionalidad radicular. Por tanto, garantizará un correcto desarrollo de la planta, con una buena rentabilidad y calidad de frutos.
El rango de control del contenido de humedad para los sustratos de fibra de coco está reflejado en la figura 1:

Centrándonos en esta gráfica, la zona central representa el rango de máxima optimización para el desarrollo del cultivo. En este rango es donde se debe establecer la estrategia de manejo de riego. Con ello, se obtendrán los diferentes niveles de humedad del sustrato y conductividad para direccionar el cultivo hacia la fase vegetativa o generativa según se desee. Aquí entra en juego la gran importancia de establecer diariamente el inicio y final del riego, dotación volumétrica y el intervalo entre riegos (frecuencia).
El inicio y final del riego dependerán del inicio y final de actividad de la planta marcada por factores ambientales como la temperatura, humedad y radiación. La dotación de riego dependerá de las características físicas y volumen del sustrato, además de la geometría del contenedor. También se tendrá en cuenta los componentes de la instalación de riego como el caudal y número de goteros por contenedor, así como los parámetros de manejo predeterminados como el porcentaje de drenaje y el porcentaje de agotamiento de la reserva de agua del contenedor para iniciar un nuevo riego.
El ritmo del consumo de agua de un cultivo de tomate depende de los parámetros climáticos que lo rodean (ETo) y del coeficiente de cultivo (Kc). Puesto que estos valores son variables, la frecuencia de riego también debe ser variable en el tiempo. La zona de color azul oscuro de la figura 1, representa el crecimiento vegetativo del cultivo y la zona de color rojo el crecimiento generativo.
Lo anterior se demuestra en la figura 2:
Figura 2. Estrategia de riego en un cultivo de tomate en el sur de España. Sustrato de fibra de coco de PROJAR.

El inicio del riego se realiza aproximadamente una hora y media después de la salida del sol coincidiendo con el aumento de temperatura en el interior del sustrato de fibra de coco. En ese momento el porcentaje de humedad del sustrato había disminuido en un 11% desde el último riego del día anterior y durante la noche. Con esto se pretendía favorecer el crecimiento generativo del cultivo. Durante el periodo activo de las plantas de tomate, el nivel de humedad del sustrato se encuentra estable entre un 70-75% de humedad predominando en esta fase el crecimiento vegetativo, según se estableció en la estrategia, obteniendo un % de drenaje medio del 27%, cercano al 30% que era el valor fijado.
Un sustrato de fibra de coco que presenta un buen diseño y uniformidad (propiedad clave para garantizar el éxito del cultivo), junto con una buena estrategia de riego, garantiza una correcta re-saturación y un contenido de humedad uniforme en todas sus dimensiones, garantizando además una conductividad eléctrica (EC) del sustrato de forma lineal.
La importancia de conocer los diferentes tipos y características de sustratos de fibra de coco que ofrecemos para el cultivo de tomate y como deben ser utilizados para obtener los objetivos establecidos del manejo radicular, es clave para que el productor consiga unos resultados óptimos en rendimientos y calidad.